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jueves, febrero 03, 2011

¿Estamos preparados para vivir hacinados? Abarrotamiento, vulnerabilidad y riesgo ambiental


¿Estamos preparados para vivir hacinados?
Abarrotamiento, vulnerabilidad y riesgo ambiental

(*) Evelyn Pallotta

La mitad de la población mundial vive actualmente en zonas urbanas y su proporción sigue en franco aumento; el hacinamiento, pobreza, contaminación, problemas de salud, segregación socio espacial, seguridad y deterioro de servicios campean cuando crece la población y se inserta en el territorio sin planificación ni modelos socio ambientales sostenibles.
A América Latina se le adjudica un crecimiento poblacional en los últimos cuarenta años de alrededor del 51% con una presión sostenida sobre los espacios urbanos que, a pesar de ser los más reducidos del planeta, son responsables del mayor consumo de recursos naturales, por ejemplo, consumen el 60% del agua extraída para el uso humano y el 75% de la energía.

En 2053, la ONU estima que gracias a avances sanitarios, investigaciones sobre enfermedades y el desarrollo económico, el mundo contará con 9 mil millones de personas a bordo. ¿Estamos preparados para este abarrotamiento? Hay países donde ya la gobernanza es difícil y por la alta tasa de crecimiento poblacional, el aumento de la población juvenil será notorio requiriendo la satisfacción de sus necesidades básicas crecientes, libertades y esperanzas por lo que al no alcanzarlas pudiera surgir violencia, anarquía y perturbaciones sociales. La ineficiencia del sistema socio ambiental trae violencia. El abarrotamiento crea una gran demanda de territorio, recursos naturales, energía y agua, convirtiendo a los consumidores en emisores de gases invernadero y en competidores por adquirir esos recursos.

Un mil millones de personas -cerca del 18% de la población mundial- viven en barrios pobres de manera improvisada construidos en laderas y áreas propensas a sufrir derrumbes, desprendimientos y deslaves, a orillas de ríos propensos a sufrir inundaciones, y sus casas están hechas con precariedad de materiales inapropiados como planchas de zinc, cartón, trozos de madera y mezcla absolutamente vulnerable a los efectos del cambio climático.

Vulnerabilidad, riesgo y resiliencia
La alta densidad poblacional sumada a la pobreza, la inaccesibilidad, la ausencia de servicios públicos y de infraestructura construye condiciones de vulnerabilidad y riesgo ambiental. Ante esta realidad se impone un desarrollo sustentable y algunos, como paso intermedio, proponen algo más ante las condiciones socio ambientales que estiman no se pueden cambiar, definen un nuevo paradigma que contempla la capacidad de resiliencia o la capacidad de los sistemas humanos y ecosistemas de enfrentar y modificarse ante los cambios y las crisis saliendo fortalecidos de ellas, hablan entonces del desarrollo resiliente. En este concepto la idea de modificación o transformación hace que esta condición no constituya solamente la mejoría de los recursos de afrontamiento de las situaciones adversas convirtiéndose en una evolución de la vulnerabilidad, es decir, la posibilidad de que lo traumático active potenciales subjetivos transformadores que implican respuestas novedosas.
Han surgido así las llamadas ciudades productivas donde cada vez más personas cultivan sus propios alimentos, bien a través de micro huertos o en terrenos comunitarios, con el fin de disminuir la pobreza extrema, mejorando su salud y seguridad alimentaria conjuntamente con mejoras en la generación de puestos de trabajo agrícolas disminuyendo así su vulnerabilidad.
En Chicago y Milwaukee, USA, la organización Growing Power enseña a las comunidades a crear sus huertos, coordina micro mercados para que los agricultores puedan vender sus productos y promueve la creación de granjas urbanas donde se cultivan productos para cubrir los insumos de los comedores populares.
En Barcelona, España, el ayuntamiento promueve la creación de huertos urbanos cediendo espacios para el cultivo de una variedad de productos en plena ciudad.

Ciudades y sus retos ambientales
Hay ciudades en el mundo que se están agrupando para abordar esta clase de problemas, están formando redes para resolver juntos la reducción del uso de energía eléctrica, emisión de gases con efecto invernadero, adquisición de tecnologías limpias y sostenibles, es decir, están programando y trabajando su transición hacia la sustentabilidad y las economías verdes.
El Consejo Internacional para las Iniciativas Ambientales Locales (ICLEI), creado en 1990 con el patrocinio del Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) y de la Unión Internacional de las Autoridades Locales (IULA), agrupa las ciudades y hasta ahora existen unas mil asociadas atendiendo 300 millones de personas de 68 países. Este Consejo apoya a los gobiernos locales para generar conciencia política en cuestiones de sustentabilidad local; establecer planes de acción; trabajar en la implementación de proyectos; y evaluar el progreso local para acelerar el desarrollo sustentable; desarrolla y conduce un amplio rango de campañas y programas que abordan temas de sustentabilidad local a la vez que protegen los bienes comunes globales (tales como calidad del aire, clima, agua); y vinculan las acciones locales con objetivos y metas acordados internacionalmente -página web ICLEI-.
Los distintos enfoques y acciones socio ambientales muestran que sólo cuando las políticas ambientales son eje transversal de las otras, las contradicciones van desapareciendo y los costos sociales van disminuyendo.

(*) Bióloga. Ecóloga. Analista ambiental. Actualmente se desempeña como Directora General de Ecología y Ambiente del Estado Miranda

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